CRÓNICAS DE LA NOCTURNA

Así se fraguó la nocturna desde el C.A. Lorenzo Mercadante (por Jesús Romero)
Como ya es tradición en este grupo de amigos, volvimos a apuntarnos a la Carrera Nocturna del Guadalquivir celebrada el pasado viernes 30 de octubre.
Tendríamos que hacer serios esfuerzos de memoria para recordar en cuántas ediciones hemos participado ya. Días antes comentábamos entre amigos aquella primera participación cuya salida se realizó desde el puente de Triana. 7.ooo metros. 7000 metros que no finalizaban nunca para algunos, con un ambiente absolutamente festivo, con el coche escoba pisando literalmente los talones y jaleando tu nombre la ambulancia:”Vamos Rocío que tú puedes, venga que ya estás ahí”. Eran años donde la mayoría se calzaba las zapatillas de deporte una sólo para este evento.
Otros tantos las utilizábamos un poco más. Las únicas zapatillas de las que disponíamos, claro. Servía para todo tipo de deportes. Con ellas alcanzamos alguna que otra meta en alguna que otra Maratón.
Y cuando te das cuenta te reservas el último viernes de septiembre para participar en la Nocturna. Simplemente porque te sientes bien corriendo. Lo has dejado durante un tiempo pero siempre con la certeza de que volverías.
Y te apuntas. Y te apuntas con tiempo no vaya a ser que se te pase la fecha. Y una semana de largo ya tienes el dorsal en casa.
Y cuando sales de casa preparado con esos amigos sientes que esa carrera es especia.
Lo mejor: el abrazo de nuevo con la Nocturna. El poder ver que miles de personas se sienten como tú: atletas por un día; el ambiente cuando consigues aparcar el coche;la música ambiente;la salida; los primero kms y la gente aplaudiendo; la entrada en el Estadio y el abrazo con el compañero;los botellines que nos esperan en el coche y el bocata para recuperar; gracias Carlos y Alfonso por tan magnífico ágape;los comentarios sobre la táctica utilizada: creo que hemos salido muy rápido.
Lo peor: esto se lo dejaremos para cuando podamos hablar con algún político con pretensiones olímpicas: embudo para entrar, embudo para salir.
Y sin duda no poder contar este año con los que han tenido que descansar para que su rodilla le permita estar recuperado para otros eventos que este grupo de amigos ya tiene tachado en su calendario.

No pude bailar, pero estuve en la fiesta (por Alfonso Sánchez-Palencia)
No pude bailar, no, pero estuve allí, y disfruté como el que llega tarde a una fiesta, cuando todo el mundo menos tú está ambientado. A pesar de ello, disfruté. Lo vi todo desde otra perspectiva, y aprecié detalles que pasaron inadvertidos en otras ediciones en las que pude correr. Llegué malhumorado, sin poder quitarme de la cabeza la inoportuna tendinitis de mi rodilla. Todo el verano corriendo, preparándome para la gran cita, para nada. Pero una luz se encendió en mi cabeza y me dijo: tienes que sacarle partido a esta experiencia; cambia el chic; si no puedes bailar hoy disfruta de otra manera.
Y eso hice...
Aluciné al ver la salida desde atrás. Una inmensa marea humana que comenzaba a correr a las diez y cinco, pero que seguía incorporando gente a la carrera hasta las diez y veinte. Una auténtica jaula de grillos donde convivían  toreros con pitufos, epis y blases, bailarinas, demonios, patinadores, angelitos, escoceses con faldas, supermanes, bebés veinteañeros y por supuesto, gente disfrazada de atletas. Tan grandioso espectáculo digno de los mejores sueños surrealistas de Dalí bien merecía un botellín junto a mi amigo Carlos que me acompañaba. Nos fuimos al parking y cuando estábamos dando buena cuenta del segundo, llegó el segundo alucine: no había pasado ni media hora cuando empezó a sonar la sirena del coche que abría la carrera; el primero estaba llegando... increíble.
Cerramos el coche y subimos a la grada para ver la llegada. Tercer alucine: vaya ritmo el de los primeros y primeras. Impresionante la Belmonte, qué poderío.
Y para terminar, el último alucine; a partir del minuto 50, la pista del estadio era un maravilloso espectáculo para todos los que amamos este deporte. La puerta sur iba "vomitando" una inmensa arcada humana que tras pasar la curva norte se colaba en la meta. Y así estuvo durante casi media hora. Más de veinte mil personas pasando por el arco de meta levantando los brazos, saludando al público, todos habían ganado, todos eran los héroes del momento, todos habían conseguido su sueño... qué espectáculo tan grandioso.
Y bajé, bajé a ver a mis amigos Jesús y Pedro que habían corrido para que me contarán su versión. Y entonces, comprobé que ya no estaba de malhumor, mi rabia inicial había desaparecido y estaba feliz, contento y muy satisfecho...
No pude bailar,no, pero estuve en la fiesta... y disfruté como un cochino.

Mi primera Nocturna (por Rafa Castro)
Muy buenas a todos.
El otro día corrí mi primera nocturna del Guadalquivir.
Me habían hablado muy bien del ambiente y lo bien acompañada de público que estaba esta carrera en su recorrido por las calles de Sevilla, y la verdad, no me decepcionó nada.
Sabiendo del volumen de participantes que habría (según decía la prensa había inscritos casi 26000 y correrían unos 23000) aparecí en la posición de salida una hora antes para coger sitio.
No creáis que fui el primero en llegar, pues allí ya había un centenar de personas esperando el deseado acontecimiento.
Con el discurrir del tiempo aquel lugar se llenó de corredores y era una alegría sentirte uno más entre aquella cantidad de personas que querían disfrutar de una noche de fiesta del Atletismo.
Llegada la hora, fue una explosión de júbilo con el inicio de la carrera.
Me hubiera gustado encontrarme con mis amigos del Club de atletismo Lorenzo Mercadante para dar más sensación de equipo todos con la misma camiseta, pero era imposible entre tanta gente, por lo que tuve de desistir y disfrutar la carrera con los amigos con los que fui acompañado.(Bertoni, Floren y Juan Antonio, compañeros de mi empresa)
Tras los primeros pasos ya detecte que estaba situado en una posición bastante avanzada pues fui adelantado por una gran cantidad de corredores mejor preparados y que habían llegado a dicha salida mucho mas tarde que yo. Pero como dice mi amigo Jesús Romero, mejor estar delante y que te tengan que adelantar a tener que estar buscando espacios para poder coger el ritmo que mejor me venga. Así que intenté coger  mi ritmo de carrera y cuando me di cuenta estaba corriendo la prueba a 4:30 (un poco acelerada para mí, teniendo en cuenta en las fechas que se disputa esta prueba). La verdad es que quería bajar el ritmo pero la multitud de personas que había por la calles animando y los corredores que me rodeaban me impulsaban a que corriera y no pensara en mi posible desfallecimiento.
Mi llegada al estadio fue una sensación inenarrable que ya había sentido en otras pruebas anteriores pero que no por ello dejaba de ponerme los pelos de punta, pues allí estaba, corriendo por el tartán del estadio olímpico, con la grada de preferencia llena a rebosar.
Mi amigo Bertoni, me contó que el final de la prueba tuvo que bajar el ritmo pues llego muy agotado y con problemas físicos, pero que cuando puso el pie en la pista de atletismo del Estadio Olímpico, todos los dolores desaparecieron y se sintió flotando sobre el tartán hasta que cruzó la línea de meta.
Es una sensación que aconsejo que se disfrute alguna vez a cualquiera que necesite sentir algo diferente y gratificante.
Una vez acabada la carrera era momento de charlar con los amigos e intercambiar opiniones sobres las sensaciones que se habían sentido durante la carrera mientras nos tomábamos algunas cervezas y bebidas tonificantes.
Espero que mi experiencia os pueda servir de empuje para que os animéis y corráis una prueba en la que no se solicita conseguir ningún tiempo sino lo más importante, LLEGAR A META y pasarlo bien con los amigos y con el ambiente.
Un fuerte abrazo a todos.